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Nombre: Carola
Ubicación: Montreal, Canada

When my father passed away, it was as if all the colors disappeared, and my life suddenly became a dark, hollow spot. Then many months later on a cold, gray winter morning day I jumped in an earlier bus in Ave du Parc. The bus driver was singing out loud, coming up with new, impromptu songs as we passed by streets and intersections, and passengers just started to smile and rejoice. I smiled, too. And that’s when I realized that sometimes we all just need to jump in a singing bus. Life is full of free, amazing little moments and in Le bus qui chante I try to share all those little miracles that sometimes just appear in my days.

domingo, diciembre 16, 2007

La temible blizzard

Mientras escribo este post, la ciudad está siendo inmisericordemente sepultada por la nieve.

En la semana escuché varias veces a la gente mencionar la palabra blizzard,que nada quería decir para mi corazoncito tropical. Fue ayer, viendo el weather channel, cuando por fin me enteré de qué va la cosa: La tempête de neige, o la segunda tormenta de nieve que nos cae encima desde que comenzó diciembre.

Vista desde la comodidad de mi casita, claro, es hermosa y observo emocionada como se va acumulando la blanca nieve en mi balcón, mientras que en las ventanas, diminutos fractales se juntan para hacer formas caprichosas, que asemejan a árboles o a los típicos adornos de navidad.

Los flocons de neige se ven así en las ventanas:


Mañana, va a ser todo un chow llegar a mi trabajo. En la primera tormenta tres trenes no pasaron, el sistema de transporte se desquició por completo, cerraron temprano en las empresas y mucha gente ni siquiera fué a trabajar. Ese día yo me la pasé tan contenta por la novedad.


Pero ayer vi que la cosa puede ir en serio... tras desayunar y salir todos gorditos del restaurant, Mario y yo decidimos caminar, a -22 grados. Yo traía puestas unas de mis botas de invierno, aunque no las más calientitas. Pues bien, tras veinte minutos de caminata, dejé de sentir los dedos de los pies y después cada paso se hizo doloroso. Hicimos una parada de emergencia en un cajero automático y allí me llevé el susto de mi vida, al comprobar que mis deditos estaban blancos y la planta del pie morada (rápidamente, me imaginé en una sala de emergencias, luchando por salvar mis deditos de uñas pintadas). Afortunadamente, entraron al cajero dos señoras que ofrecieron darnos un aventón al centro comercial para poder regresar a la casa en taxi.

"Esto puede ser serio" me dijo una de ellas. "A mí hace algunos años, estuvieron a punto de amputarme los dedos de los pies"


AYYYYYYYYYYYY MAMAAAAAAAAÁ!!!!!


Mejor hoy me quedaré todo el dìa en la casa, recordando eso de "qué bonito es ver llover...."