foguelvaguen

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Nombre: Carola
Ubicación: Montreal, Canada

When my father passed away, it was as if all the colors disappeared, and my life suddenly became a dark, hollow spot. Then many months later on a cold, gray winter morning day I jumped in an earlier bus in Ave du Parc. The bus driver was singing out loud, coming up with new, impromptu songs as we passed by streets and intersections, and passengers just started to smile and rejoice. I smiled, too. And that’s when I realized that sometimes we all just need to jump in a singing bus. Life is full of free, amazing little moments and in Le bus qui chante I try to share all those little miracles that sometimes just appear in my days.

jueves, diciembre 27, 2007

Joyeuses fêtes!!!!


domingo, diciembre 16, 2007

La temible blizzard

Mientras escribo este post, la ciudad está siendo inmisericordemente sepultada por la nieve.

En la semana escuché varias veces a la gente mencionar la palabra blizzard,que nada quería decir para mi corazoncito tropical. Fue ayer, viendo el weather channel, cuando por fin me enteré de qué va la cosa: La tempête de neige, o la segunda tormenta de nieve que nos cae encima desde que comenzó diciembre.

Vista desde la comodidad de mi casita, claro, es hermosa y observo emocionada como se va acumulando la blanca nieve en mi balcón, mientras que en las ventanas, diminutos fractales se juntan para hacer formas caprichosas, que asemejan a árboles o a los típicos adornos de navidad.

Los flocons de neige se ven así en las ventanas:


Mañana, va a ser todo un chow llegar a mi trabajo. En la primera tormenta tres trenes no pasaron, el sistema de transporte se desquició por completo, cerraron temprano en las empresas y mucha gente ni siquiera fué a trabajar. Ese día yo me la pasé tan contenta por la novedad.


Pero ayer vi que la cosa puede ir en serio... tras desayunar y salir todos gorditos del restaurant, Mario y yo decidimos caminar, a -22 grados. Yo traía puestas unas de mis botas de invierno, aunque no las más calientitas. Pues bien, tras veinte minutos de caminata, dejé de sentir los dedos de los pies y después cada paso se hizo doloroso. Hicimos una parada de emergencia en un cajero automático y allí me llevé el susto de mi vida, al comprobar que mis deditos estaban blancos y la planta del pie morada (rápidamente, me imaginé en una sala de emergencias, luchando por salvar mis deditos de uñas pintadas). Afortunadamente, entraron al cajero dos señoras que ofrecieron darnos un aventón al centro comercial para poder regresar a la casa en taxi.

"Esto puede ser serio" me dijo una de ellas. "A mí hace algunos años, estuvieron a punto de amputarme los dedos de los pies"


AYYYYYYYYYYYY MAMAAAAAAAAÁ!!!!!


Mejor hoy me quedaré todo el dìa en la casa, recordando eso de "qué bonito es ver llover...."

sábado, diciembre 08, 2007

Cambio de temporada


Hace unos dos meses, desde la banquita de nuestro parque podíamos ver a los canadienses haciendo kayak en el río, muertos de la risa.

Hoy vimos pasar a dos parejas haciendo cross crountry con sus esquís.

sábado, diciembre 01, 2007

La maestra Lolita

Este miércoles, mientras tomaba mi café y leía las noticias online, me topé con la increíble y triste historia…. de la alumna de una telesecundaria mexica, que fue amordazada y atada a su banca por las órdenes de una señora que irónicamente ostenta el mote de “maestra”.

Leer esta noticia me hizo recordar aquellos tiempos en que iba yo a una primaria pública, la José María Morelos y Pavón. En el tercer grado me tocó con la maestra Lolita, una torturadora de primer nivel a la que, si hubieran habido teléfonos celulares en esa época,en una de esas y también le habrían echado “todo el peso de la ley”, como a la maestra michoacana que a penas se ha de estar dando cuenta en qué borlote se encuentra metida.

La maestra Lolita, en fin, era una señora medio rechoncha y tirana que se la pasaba su día organizando tandas con las demás maestras, dictándonos lecturas interminables y echando mano de todo su repertorio de amenazas para que aprendiéramos las tablas de multiplicar.

Como en buena escuela pública mexicana, los alumnos estábamos diligentemente condicionados a competir para hacerle favores a la mentada mentora. Ir al salón del segundo “B” a llevar un correo acerca de la tanda de la semana era considerado un privilegio, como lo era también sacudir el borrador, por ejemplo.

En ocasiones, la rechoncha Lolita se aburría un poco y decía: “a ver niños, ¿quién quiere ir a sacudir el borrador?” y todos los changuitos, ya se sabe, “¡yooo, yooo!” “Muy bien fulano, pasa al frente”. Y acto seguido, le sacudía el borrador en la cabeza.
O, si escuchaba un murmullo y no acertaba muy bien a adivinar quién era el platicón, aventaba su llaverote (que según me acuerdo, era bastante kitsch) en la dirección que más o menos calculaba, esperando que le abriera la cabeza al irreverente. A veces, claro, el que acababa descalabrado era el pazguato más inocente, pero menos veloz para esquivar el llavero mortífero de la Lolita ninja.
Yo, que hablaba mucho en clase y ya desde entonces me apodaban la perica, me pasaba los recreos con los labios pegados por cinta canela, y vigilada por algún barbero cuya misión era vigilar que no me quitara la cinta para darle una mordidita a mi sangüis. Luego, a la hora de la salida, me la arrancaba de un tirón y llegaba a mi casa con bigotes de pegamento y una marca roja alrededor de la boca. (interrogada después por mi mamá, Lolita lo negaría todo.)

El tiempo pasó, los alumnitos pasamos al cuarto grado, y al parecer sobrevivimos sin demasiados traumas.. o a lo mejor quedamos más traumados de lo que creímos, si no, ¿cómo es que todavía me acuerdo de la maestra Lolita? Espero que se haya caído en una coladera, que la hayan hecho mensa en una de las tandas o ya de perdida, que le haya caído tremenda roca en la cabeza.