foguelvaguen

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Nombre: Carola
Ubicación: Montreal, Canada

When my father passed away, it was as if all the colors disappeared, and my life suddenly became a dark, hollow spot. Then many months later on a cold, gray winter morning day I jumped in an earlier bus in Ave du Parc. The bus driver was singing out loud, coming up with new, impromptu songs as we passed by streets and intersections, and passengers just started to smile and rejoice. I smiled, too. And that’s when I realized that sometimes we all just need to jump in a singing bus. Life is full of free, amazing little moments and in Le bus qui chante I try to share all those little miracles that sometimes just appear in my days.

sábado, octubre 27, 2007

Les couleurs de l'automne ( y el Hallowekend)

En el edificio ya pusieron la calefacción, y nos morimos de calor: señal inequívoca de que afuera la temperatura iguala a la del interior de los refrigeradores promedio.

Como hay que desquitar la cámara (y aprender a usarla) Mario y yo parecemos turistas japoneses, y entre las 200 fotos que tomamos diariamente, de vez en cuando salen algunas decentes. Aquí, tres ejemplos de los colores de las hojas que -aún- lucen algunos árboles:


Amarillo contra muro gris


Amarillo contra muro azul

Rojo elegante





Indeciso en movimiento





Este fin de semana es el "Hallowekend" y desde temprano fuimos a rentar nuestros disfraces, a una tienda alucinante llena de objetos de todas épocas y variedades: terlenka setentera, pelucas polvorientas, verdaderos vestidos de charleston; extraños objetos chinos.
La familia que atendía armonizaba perfectamente con el lugar: dos viejitos hippies, varias hijas indescriptibles y algunos hombres matudos. No fuera a ser que nos escapáramos con alguna pieza de crochet tejida por su abuelita: no se nos despegaron ni un segundo, lo que resultó bastante molesto. En señal de rebeldía, Mario no rentó nada. Yo salí con un vestido de lentejulas, boa de plumas y lentes aparatosos. Coco se llevó cuanta prenda completaba su outfit de pirata, y Jalil cargó con unos pantalones militares y una ametralladora minimalista. Aymeric, el coloc de Coco, jura que el chaleco de peluche que se llevó corresponde al de un terrorista vasco.
Son las nueve de la noche, no nos hemos disfrazado y ni idea a qué fiesta iremos a caer. Mientras actualizo este blog, nuestras visitas asaltan el refri. Más detalles, después.

domingo, octubre 14, 2007

¿Qué prisa tienen los canadienses?

Uno de los días en que mi madre estuvo de visita, me estuvo esperando afuera de mi trabajo para ir a comer algo al centro. Cuando nos vimos, me hizo notar que todo el mundo parecía tener mucha prisa por salir corriendo de la oficina y dirigirse hacia algún lugar: La gente salía a un ritmo constante a través de las puertas giratorias. Algunos hasta corrían. Ora rumbo al metro, ora para formarse en la fila del camión; lo cierto es que nadie se tomaba un poco de tiempo y pachorra para detenerse ni un momento, a no ser en las esquinas en lo que el semáforo cambiaba de color.

Esa misma noche, hice tremendo coraje cuando el camión nos dejó por un minuto.
-Tranquila, hija, en veinte minutos podemos tomar el siguiente!
-Es que son veinte minutos!! A esta hora ya podríamos estar en camino
-Sí, bueno, pero ¿Qué prisa tienes?

En efecto, no tenía ninguna razón para estar tan apurada. Lo cierto es que ya se me estaba pegando la angustia eterna que parece tener todo el mundo por acá en cuanto al tiempo se refiere.
Para empezar, el sistema de transporte público es terriblemente exacto e insensible. Nadie quiere perder un camión y quedarse después cuarenta minutos en medio de la nada, esperando una conexión. O perder la última oportunidad de irse en el metrobús que hace 15 minutos, para tener que tomar el bus regular que hará el mismo recorrido en una hora exacta. He aquí la razón por la cual cada escalera eléctrica se divide en la fila de los que no avanzan y la fila de los que suben corriendo las escaleras. Y cuando de casualidad algún despistado está en la fila de los que avanzan y no lo hace, inmediatamente se nota un absoluto y generalizado malestar entre quienes esperaban salir del metro 12 segundos antes de lo normal.
Por otro lado, los horarios son increíblemente estrictos, tanto en las tiendas como en las oficinas. A las cinco y un minuto los malls cerrarán sus puertas, sin importar que haya filas de gente esperando para comprar. Los oficinistas que llegaron a las 8 en punto, se encuentran rumbo al elevador a las 4 en punto también. A las cuatro y cuarto, los pasillos lucirán desiertos a excepción del personal que comienza a hacer la limpieza.
Y aunque aquí se trabaja en general menos horas que las que se laboran en México, cada minuto se exprime de tal manera que, al menos yo, termino mucho más cansada. El time is money a todo lo que da.

Ahora estoy tratando de evitar que se me pegue tanta angustia por el trayecto del segundero. Me formo en la fila de los que avanzan al ritmo de la escalera. Evito sentirme traicionada si las puertitas del metro se cierran en mis narices. Y para nada comienzo a correr hacia la esquina solamente porque el semáforo se puso en verde, especialmente si me encuentro como a unos 200 metros de tal esquina. Y conste que muchos por aquí lo intentan. (Cuando llegan ya se puso el rojo, y terminan deprimidos)
Y para detenerme más y gozar mejor de los detalles, he aquí que por fin tengo en mis manitas mi cámara soñada.

Anexo una fotito que tomó Mario en la mañana, de esas que en la vida habría podido tomar con mi celular. (Sí, salió obscura pero captamos la ramita!!)


miércoles, octubre 10, 2007

De cómo sobreviví el plan de mi bici para asesinarme

Ayer, tras la clase de yoga, me trepé tan inocente en mi super bicicleta roja con campanita y parrilla para chunches incluida. Y ahí me tienen pedaleando cuesta abajo, tan ingenua, pensando en lo bien que le ha hecho la yoga a mi espalda tras los achaques provocados por mi último accidente de tránsito.
Mario iba delante de mí, escuchando su ipod a todo lo que daba. De pronto y sin decir agua va, mi tapetito yogui tuvo a bien atorarse en la llanta de adelante. La llanta se frenó en seco. Yo me seguí cual superman. Volé unos segunditos que ni me supieron. Aterrizé de cara en el asfalto. La bici dio acrobático giro en el aire, y aterrizó directo en mi lomito.
Mientras me quitaba la bici de encima y me arrastraba hacia la banqueta, dos carros ya se habían detenido y sus tripulantes hacían preguntas acerca de mi salud. A lo lejos pude ver la espalada de Mario, que se alejaba tan contenta y a ritmo de metallica.

Tras recuperarme del susto (tuve que comerme una tortilla, pero no me quitó mucho lo asustada, dado que era de harina y no la clásica de maíz), me di cuenta de que corrí mejor suerte que mi ingrata bicicletita… hacía tanto frío y yo traía puestas tantas capas de ropa, que sorprendentemente la cosa no pasó de unos pants y guantes rotos, muchos moretones y un dolor de espalda que ha dado al traste con mis avances terapéuticos.

Así que va una fotito in memoriam, hasta el siguiente verano y hasta que te arregle el mecánico, gacha…

sábado, octubre 06, 2007

Dos notas express

1.
¿Dónde? Restaurante Italiano con cara de que ahí lavan dinero, en el barrio viejo de Lachine (aka in the middle of nowhere)
¿Quién? Cantante con cara de jojojorge falcón, saco azul y corbatita
¿Canción? Preso, de José José

Elegimos el restaurante nada más por lo exótico de la propuesta musical. Tras terminar de entonar en la cárcel de tus besos, de tu forma de hacer eso, etc, el cantante hizo mutis.
Yo pedí unos ñoquis.

2.
¿Dónde? junto a la fotocopiadora de mi oficina
¿Quién? la asistente del presidente
¿Frase? uh!!! I like your nylons!!!!

PD El siempre sagaz Xoloescuintle me hizo el comentario de la necesidad de contextualizar un poco la noticia express dos: Las nylons en cuestión son mis medias moradas (que en la tienda se veían negras).

lunes, octubre 01, 2007

Visitas en otoño

Esta semana estuvo mi mamá de visita, junto con una de mis muchas tías. Mario tuvo a bien irse de gira de trabajo y llevarse la computadora, así es que apenas es en este momento en el que puedo actualizar un poco mi paginita, y de rápido pues no tarda en tocar el timbre nuestro visitante de la semana (coco, amigo franchuti de Mario). Este jueves toca el turno a mis suegritos y después dudo mucho que alguien se anime a visitarnos con el frío que va a hacer, fuera de mi valiente amiga Sue, quien llega a final de mes.

Algo que no puedo dejar de comentar, es lo mágico musical que estuvo el concierto de Beirut el viernes pasado. Tampoco nuestra visita de fin de semana a la siempre villa de cuento de Quebec, en donde paseamos por los lugares de rigor (Las planicies de Abraham, el Petit Champlain, el Grande Allée, la isla de Levis, etc etc).

Anexo una fotito de lo guapos que se pueden poner los arbolitos en otoño, en lo que dura su lento y descocado estriptis rumbo al invierno.